De pequeño, cuando miraba por la ventana de la casa de mis padres en el barrio bilbaíno de San Ignacio, veía en la manzana de enfrente una panadería, un quiosco, una tienda de chucherías, una peluquería y una droguería. Hoy en día solo se mantiene abierta la tienda de chucherías.
Mis padres tenían una ferretería. Yo solía ayudar en el negocio familiar y conocí bien el ambiente del comercio local y la relación con la gente del barrio. También viví sus miedos a las nuevas formas de competencia: las primeras galerías comerciales, los primeros hipermercados, los todo a cien… Todavía no habían llegado Amazon ni las ventas por internet y en aquellos años ya parecía cada vez más difícil mantener un pequeño negocio. Quizá por esas vivencias siempre he sido un enamorado del comercio de barrio. Me encanta que su personal me aconseje y dé charla. Cada vez que he cambiado de barrio una de las primeras cosas que he hecho ha sido ir a las tiendas de la zona para empezar a conocer y darme a conocer entre ese tejido social. Y así sentirme un poco más arraigado.
Comercio | Trastienda – El Salto – Hordago (elsaltodiario.com)
@karramarrez